
Hace ahora muchos años, escuché recitar este texto por una voz de hombre madura, recia, que sin complejos, transmitía el sentimiento de tantas personas, quizás con demasiados pelos en la lengua. Es una más, pero yo la he buscado en esa caja de Pandora en la que a veces se convierte Google, para compartirla con vosotr@s hoy 20 de noviembre.
Besos.
E.
Franco, el día que te fuiste
celebramos innumerables cosas.
Franco, el dia que te fuiste
nos bebimos el vino
de unas cuantas tabernas
y dimos rienda suelta
a nuestros más queridos
gritos panfletarios.
¡Tardaste mucho, tío!
¡Tardaste demasiado!
Fuiste la pesadilla
la mordaza
siniestro y cruel payaso
verdugo de la imaginación
y del pensamiento.
¡Asesino del pueblo, Franco!
¡Asesino del pueblo!
Tuvimos que escondernos
muchas veces, durante
más de cuarenta años
y tuvimos que soportar
tu retrato agorero
en las escuelas, en la universidad
y en los pantanos
y a tus inconsolables viudas, Franco.
Pero pasaron los tres días convenidos
y estabas perfectamente muerto
aunque no demasiado,
pues todavía se palpaba
en el ambiente, cierto hedor
cierto tufo a Franco.
Quisiste matar la poesía
la buena, ¡ya me entiendes!
La del pueblo
pero al fin, ya lo ves
si es que lo puedes ver
Don Francisco Franco
que aquí estamos los mismos,
los de siempre
¡el pueblo soberano!
Añado otra versión -más completa- que compartió el compañero de uno de los comentarios de abajo.
Gracias y adelante.
Franco, el día que te fuiste celebramos imnumerables cosas.
Franco, el día que te fuiste nos bebimos el vino de unas cuantas tabernas
y dimos rienda suelta a las canciones
y a nuestros más queridos gritos panfletarios.
Tardaste mucho tío... tardaste demasiado,
tienes que darte cuenta que unos cuantos, unos cuantos ansiosos
esperabamos tu adiós al mundo como..., como agua de mayo Franco.
Con cuanto dolor tu esposa y señora, tus nietos, tu familia...
y tus inconsolables viudos, Franco...
Nosostros temerosos vigilabamos,
ya sabes que aún nos queda cierto horror por los resucitados,
pero pasaron los tres días convenidos y ya no lo dudamos,
estabas perfectamente muerto, aunque no demasiado,
pues todavía se palpaba en el ambiente cierto hedor,
cierto tufo a Franco.
Al fin, así es la vida Franco, aquí estamos los mismos,
los de siempre, el pueblo soberano.
Tuvimos que escondernos muchas veces durante cuarenta años,
fuiste la pesadilla, la mordaza, siniestro y cruel payaso,
inveitable comparsa del silencio, del morderse los labios,
fantasma omnipresenta y sanguinario,
absurda, mentiorsa, mortífera leyenda,
verdugo de la imaginación, del pensamiento,
vampiro de la sangre de los nuestros,
Herodes de las generaciones, martillo del obrero,
asesino del pueblo, Franco, asesino del pueblo.
Duraste mucho tío, duraste demasiado.
Tu retrato agorero en las escuelas, en la universidad, en el trabajo.
Y la plaza de Orente y los pantanos y el largo cautiverio
y el exilio y los asesinatos, Franco, y los asesinatos.
Pero ya ves, si es que los puedes ver Francisco Franco,
que no pudiste matar la poesía, la buena, ya me entiendes, la del pueblo
Y ya ves que nos vamos apiñando, Don Francisco,
para luchar, precisamente, contra todo lo que nos has legado, Franco,
Y al fín aquí estamos los mismos, los de siempre, el PUEBLO SOBERANO.